Podrá haber mucho dinero, pero…la política no es un juego
Estos casi tres años que le faltan al gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo para terminar el sexenio —si es que lo termina— serán mucho más difíciles y de mucho sufrimiento para él, y es que puede haber mucho dinero, pero cuando no se tiene capacidad, experiencia y conocimiento para ejercer el mandato, es muy difícil.
Blanco pasa por momentos muy estresantes, ejercer poder público no se compara con los aplausos arrancados a los aficionados en un partido de futbol y el tepiteño viene pagando las consecuencias de su desconocimiento en las cuestiones políticas; deportivamente sigue siendo un ídolo para muchos, pero como gobernador es un fracaso.
Esa foto con tres malandros de los cárteles de la delincuencia organizada, cierta o falsa, sigue causando muchos problemas y sus enemigos seguirán haciendo escarnio de ello, incluyendo algunos que, desde el Congreso local, en calidad de diputados, vienen aprovechando la ocasión, aunque ellos, lo mismo que el Cuauh, también aparezcan con sendas fotografías al lado de Rosario Herrera “A”, la Jefa; es decir, sujetos de doble moral, ven la paja en el ojo del tepiteño, pero no ven la viga en el suyo.
¿Cuánto tiempo más lo traerán a fuego cruzado? Seguramente un buen rato para desgastarlo más, porque ya es la batalla por las elecciones del 2024.
Lo contradictorio es que esas acusaciones contra el mandatario, en su mayoría, proceden de políticos o aprendices de políticos sin calidad moral, pero razones para cuestionar a Blanco sobran, en estos más de tres años no ha hecho en el estado nada que valga la pena y con el pretexto de la pandemia, pareciera que vive permanentemente de vacaciones.
Bueno, como si en verdad trabajara tanto que se cansara, se fue de vacaciones a Brasil, de donde es su esposa, dejando al frente de la entidad al secretario de gobierno Pablo Ojeda. Su popularidad como futbolista le dio el triunfo electoral en las elecciones del 2018, pero a estas alturas ya los ciudadanos le perdieron la fe.
Pero como decíamos, en medio de la crítica permanente por falta de resultados como gobernador, sin un equipo de colaboradores o asesores capaces de ayudarle, salvo raras excepciones, está casi a merced de sus detractores y no se descarta que mediante un juicio político lo acaben echando de aquí.
Se llegó a creer que a pesar de su falta de preparación podría hacer un papel por lo menos regular, pues sostenía que “yo no soy político y no los vengo a robar”. Sin embargo, mintió igual que aquellos: al poco tiempo de iniciar mandato, se rodeó de familiares, recomendados, amigos de su esposa, que desde Brasil llegaron para hacer de las suyas.
Es decir, presuntos actos de corrupción casi iguales a los de su antecesor, Graco Ramírez, quien vino a resolver su vida económica y de muchas generaciones de familiares en seis años. Blanco Bravo siguió el mismo camino y si por los morelenses fuera, ya estaría lejos de aquí, ¿o no?